sábado, 4 de febrero de 2017

Cela y Bernal, en la Alcarria.

VV. AA. Fotografías. Santiago Bernal. La cámara de Bernal tras la huella de Cela en la Alcarria, -1972-, Guadalajara, Excma. Diputación Provincial de Guadalajara. Servicio de Cultura, 2016, 85 pp. [Sin ISBN]. Catálogo.

Quien esto escribe se llena de satisfacción ante estos gratos recuerdos, puesto que fue uno de aquellos que aquellos viajeros, contertulios o como quiera decirse, que acompañaron a C.J.C. en su primer viaje conmemorativo a la Alcarria, al cumplirse los veinticinco años, es decir, el XXV Aniversario, de la edición de Viaje a la Alcarria.
El viaje que comentamos fue alegre y divertido y no debe confundirse, como con frecuencia viene sucediendo, con ese otro viaje que también recordamos, gracias, en parte, a la famosa “choferesa” negra Viviana Gordon, capitana a bordo de esa extraordinaria nave de cuatro ruedas que fue el Rolls Royce utilizado por Cela en su recorrido, que tanto llamaba la atención de las gentes de los pueblos por los que pasó.
El viaje de 1972, organizado por la sin par Institución Provincial de Cultura “Marqués de Santillana”, dependiente de la Diputación Provincial de Guadalajara (y también dejada morir por ella para su desgracia), sirvió a nuestro fotógrafo, a Santiago Bernal para llevar a cabo un amplio reportaje, resultado del cual son las fotografías que se recogen en este sencillo catálogo, algunas de las cuales han permanecido hasta ahora inéditas y que dan a conocer aspectos muy variados de la forma de vivir en los pueblos y por las gentes que entonces habitaban la Guadalajara celiana de aquellos años setenta.
Un viaje cuyo recuerdo quedó plasmado en todos y cada uno de los lugares más emblemáticos de su recorrido, que se adaptaba al primero y original libro, gracias a unas bellas placas cerámicas -realizadas en Alcalá de Henares, por Chacón, ya que en Guadalajara nadie tenía entonces un taller adecuado para su factura- y que en la actualidad han desaparecido en su mayoría por la falta de educación.
El caso es que la colección fotográfica de Bernal no se dio a conocer en su totalidad y ha sido ahora, en 2016, aprovechando la oportunidad, cuando felizmente se ha dado a conocer aquel resto adormilado en el archivo de Bernal, a través de una exposición que tuvo lugar entre la multitud de actos que se llevaron a cabo a la hora de recordar la celebración de este último viaje, del que el trabajo que comentamos es el catálogo.
Aparte de la colección fotográfica, el catálogo incluye dos textos de gran interés para conocer a fondo el viaje celiano de 1972, que es el que verdaderamente sirvió a Bernal para recoger los aspectos más llamativos, tanto de la gente, como del propio escritor. El primero, que está firmado por la pluma del Cronista Provincial de Guadalajara, Antonio Herrera Casado, lleva por título “Memoria de un viaje a la Alcarria con Cela y Bernal” fue publicado a modo de crónica en el semanario Nueva Alcarria, durante el citado mes de Octubre.
El segundo -“Vivencias y anécdotas que vuelven a mi memoria viendo los negativos de aquel día”-, debido al propio Santiago Bernal, sirve de entrada o pórtico -prólogo- a su presente álbum fotográfico.
Pero regresemos al primero, cuyos actos fueron cobrando forma durante los días 6 y 7, viernes y sábado, aunque, con anterioridad las gentes de la cultura de entonces -gente seria y preocupada por Guadalajara- (que Herrera Casado menciona con especial cariño, a la que también nos sumamos: Ángel Montero Herreros, Manuel Revuelta Barco, Miguel Lezcano Quílez, José Antonio Suárez de Puga Sánchez “Josepe”, Manuel Rodríguez Villasante, Luis Rodrigo Arribas, José María Alonso Gamo, etc.), se preocuparon de otros menesteres: organización de la cena, conferencias, el viaje por la provincia y la realización y colocación de las placas cerámicas antes mencionadas, además del encuentro con el autor, al que hubo que traer desde Palma de Mallorca, donde tenía su residencia en la Bona Nova (ya que Cela era buen gallego y, además, lo ejercía).
Aquel viaje lo hizo Herrera como acompañante de la comitiva oficial, por así decir, pero por su propia cuenta en un flamante Seat 600, nuevo, color naranja. Otros también íbamos por libre: Andrés de Aberasturi, que entonces comenzaba sus pasos periodísticos en el diario Pueblo y colaboraba, aquí en Guadalajara, en la Revista Informativa Guadalajara que coordinaban a la limón Pedro Lahorascara y Pérez de Almenara; además nos juntamos con Jesús Campoamor, Dámaso Santos, Ángel Molleda, -el fotógrafo no el dibujante-, Javier Sanz Boixareu y Alfredo Villaverde, que recuerde y, por supuesto, Santiago Bernal, a la sazón Presidente de la Agrupación Fotográfica de Guadalajara, que viajaba como fotógrafo oficial, de lo que se cansó al poco tiempo, teniendo que seguir el periplo por su cuenta y riesgo, lo mejor que pudo. En algunos pueblos se iba agregando alguna que otra persona representativa de la Cultura, entre ellas Francisco Cortijo Ayuso, médico de Pastrana y personaje vivo del libro…
Antes se había celebrado un acto literario en el palacio de la Diputación, presidida entonces por Mariano Colmenar Huerta, que corrió a cargo de Pedro Laín Entralgo: “Carta de un pedantón a un vagabundo por tierras de España”, que constituyó un éxito total como así se puso de manifiesto en la prensa.
El día siguiente, el 7, fue dedicado al viaje que siguió los mismos pasos que el viajero había caminado un cuarto de siglo antes. Cela parecía feliz al llegar al parador de Torija, donde se descubrió la primera placa. Allí, en el parador, subió a la habitación donde había dormido y allí lo fotografió Bernal junto a la cama, con sus dueños ya no tan jóvenes como antaño. El recorrido siguió por Brihuega, Cifuentes, Gárgoles -donde quien esto escribe leyó el capítulo correspondiente-, Trillo (donde Alonso Gamo se vio coronado por un orinal en la cabeza propinado por el propio Cela), Budia, con su antigua cárcel, Pareja, La Puerta, Sacedón, Tendilla, Zorita y Pastrana. En todos estos lugares estuvo Bernal presente con su cámara fotográfica en ristre, aunque, después, gran parte de las fotografías resultantes durmiera en su archivo, como queda dicho.
Pero… gracias a la celebración de este nuevo homenaje, el LXX Aniversario, dichas fotos recobraron vida y salieron de su sueño, puesto que fueron rescatadas para darlas a conocer aprovechando la ocasión y gracias a los desvelos del propio Bernal, Jesús Orea, Paloma Rodríguez y Plácido Ballesteros, entre otros, quienes decidieron editar el libro que tienes en las manos, un libro fotográfico de algo ya olvidado e importante que venía que ni pintado para celebrar la ocasión, que daba a conocer multitud de aspectos hasta entonces desconocidos del Viaje a la Alcarria y que forman eso que podríamos denominar su intramundo, ese se acompaña graciosamente con la sabrosa salsa que son las anécdotas que surgieron a lo largo del recorrido, las tertulias divertidas, los comentarios y los sucesos acaecidos visitando algunas casas de viejos personajes, como la de la señora Nieves Falcón, de Budia, que invitó al escritor a su casa para que viera un libro antiguo, momento que Bernal recogió para la posteridad y que sirve de portada al presente catálogo.
Fotografías que nos recuerdan aquella Guadalajara rústica, de pana, con olor a pan recién hecho y a matanza. Imágenes rancias de tiempos pasados, de paisajes, pueblos y gentes que ya no están entre nosotros y que dieron a la provincia de Guadalajara sus vidas y todo lo que fueron, hasta que llegó la maldita emigración a tierras más fértiles, donde vivir mejor.
Sigue el catálogo de la exposición (páginas 17-77) y finaliza con “Santiago Bernal, fotógrafo amateur en el más amplio sentido”, que viene a ser una especie de currículo de su opera fotográfica.


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