PECES RATA, Felipe-Gil, Escarceos en el archivo de la catedral de
Sigüenza, Sigüenza (Guadalajara), El Autor, 2016, 110 pp. [Sin ISBN].
Son muchos los aspectos que
Felipe-Gil Peces y Rata ha ido poniendo -sin prisa pero sin pausa- al alcance
del lector. Ahora le ha llegado el turno a la bibliografía, la diplomática y la
esfragística (o estudio de los sellos y contrasellos) conservadas, a través de
numerosas piezas, en la catedral seguntina, como así indica en su introducción:
“Mi
propósito al estudiar, durante mucho tiempo, con deleite, los códices, diplomas
y sellos, ejecutados, con verdadero primor y `paciencia benedictina´, en
soportes de pergamino, plomo y cera, por amanuenses-pendolistas, es la
identificación de algunos de estos documentos y sellos, que reposan en los
anaqueles del Archivo Capitular d la Catedral de Sigüenza”.
En realidad, dicho archivo ya
cuenta, desde hace comienzos del siglo XX, con tres estudios acerca de los
documentos pontificios y reales, que fueron llevados a cabo por historiadores y
eruditos con el fin de conocer más a fondo los orígenes de la diócesis de
Sigüenza. Esos tres estudios fueron realizados por fray Toribio Minguella y
Arnedo, miembro de la Real Academia de la Historia, obispo de Sigüenza y autor
de la gigantesca obra, en tres volúmenes, Historia
de la Diócesis de Sigüenza y de sus Obispos… (Madrid, 1910-1913); el
canónigo lectoral y arcediano de la catedral don Hilario Yaben y Yaben, a quien
se debe el primer Catálogo del Archivo
Catedralicio de Sigüenza (Pamplona, 1937), y al prebendado
canónigo-archivero don Aurelio de Federico Fernández, que dio a la luz un
segundo catálogo titulado: Catálogo de
los Documentos en el Archivo de la Santa Iglesia Catedral Basílica de Sigüenza
(Guadalajara, 1969). Esforzados historiadores cuyas obras son hoy fundamentales
a la hora de conocer el pasado seguntino, lo que les hace acreedores al más
alto reconocimiento y estímulo de futuros archiveros.
Los tres trabajos mencionados
han servido a Felipe-Gil Peces y Rata como base para la realización de la obra
que comentamos, respetando aquellos estudios, “excepción hecha de algunas
aportaciones personales” a las que ha añadido numerosas fotografías de
documentos que, generalmente, aclaran más que mil palabras, con el fin de
ampliar, aún más, los trabajos preexistentes acerca de los fondos que se
custodian en el archivo catedralicio, por ejemplo, dejando constancia de
aquellos que desaparecieron durante el periodo bélico 36-39 -aunque
afortunadamente todavía se conserva la mayor parte-.
Del mismo modo señala los
aspectos más destacables de los documentos que cita, su cronología y contenido,
las personas notables que en ellos aparecen mencionadas, las corporaciones, la
toponimia, las monedas y sellos, los elementos de validación, la paleografía,
etc., comenzando por el cartulario y algunos documentos pontificios, reales y
de particulares, centrándose prioritariamente en los escritos en pergamino.
Estos serán los “escarceos” -las incursiones- que Peces y Rata se ha propuesto
dar a conocer en este libro, para lo cual va especificando las cualidades
propias de cada documento.
La época de mayor esplendor
del archivo seguntino fueron los siglos medievales, desde la Reconquista, con
la construcción de la catedral, y el periodo renacentista. El archivo que
comentamos ocupó en sus comienzos el actual camarín de la capilla Mayor -hasta
1514-. En 1751 fue mandado ordenar debidamente por el canónigo doctoral don
Francisco Antonio de Lorenzana, para más tarde ser trasladado a la planta baja
de la Contaduría, y ya en tiempos de fray Toribio Minguella, en 1909, a
iniciativa suya se depositó en la antigua capilla de san Sebastián (más tarde
Escuela de Canto). Hoy se encuentra ubicado en lo que fue la Cerería y la Solana.
A lo largo de los tiempos sufrió
algunas pérdidas documentales, especialmente cuando la soldadesca francesa
ocupó la catedral en 1810, algo similar a lo ocurrido en 1936. A pesar de todo,
los fondos que conserva son muy importantes y están divididos en varias
secciones: códices-manuscritos, incunables, impresos posteriores al año 1500,
libros-documentos, pergaminos, legajos, cantorales, planimetrías de la catedral
y fondos de la colegiata de Medinaceli (Soria) y del hospital de san Mateo de
Sigüenza. Destacan por su valor e interés los denominados “Libros de la Cadena” y “Las
Actas Capitulares”.
Peces y Rata incluye,
seguidamente, una “Relación de los
documentos que se glosan en este libro”, treinta y cuatro, de los que
entresacaremos alguno de ellos a modo de ejemplo, comenzando por los datados en
el siglo XII, así, el cartulario de la catedral de Sigüenza; la donación de la
reina doña Urraca al obispo de Sigüenza, don Bernardo, de ciertos derechos
reales, y la donación de Soria y otras aldeas al obispo de Sigüenza y a su
Iglesia por don Alfonso “el Emperador”,
etc.), que hacen un total de quince.
Del siglo XIII, un privilegio
rodado de don Alfonso VIII para que el cabildo pueda comprar cuatro yugadas
-cada yugada equivalía a algo más de 32 hectáreas- en cada una de las villas de
Medina, Atienza, Berlanga y Ayllón; una bula del papa Gregorio IX confirmando la
avenencia que hicieron el obispo don Rodrigo y el cabildo y un privilegio
rodado del rey don Alfonso X confirmando la donación a la Iglesia de Sigüenza
del castillo de La Riba y Santiuste, etc., con ocho documentos.
Del XIV, la confirmación del
rey Alfonso XI de los privilegios de las iglesias; el rey don Pedro I “el Cruel”, exime a los beneficiados y
clérigos de coro, del pago de monedas, y don Juan I confirma al obispo de
Sigüenza los privilegios dados por su abuelo don Alfonso XI y por su padre don
Enrique II, etc., cuatro documentos.
Del XV, la confirmación del
rey de la permuta que hicieron el cabildo de Sigüenza y el monasterio de Monsalud
y un privilegio de los RR.CC. -Reyes Católicos- de 15.000 maravedíes en favor
del cabildo de Sigüenza, dos documentos.
Del XVI, el testamento de
Fernando Fernández de Arce, hermano de “el
Doncel”; una sentencia y carta ejecutoria de hidalguía de don Juan del Castillo,
vecino de la villa de Cogolludo (Guadalajara) y un privilegio, plomado, de
Felipe II, concediendo 200 fanegas de sal de las salinas de Atienza al cabildo
de la catedral de Sigüenza, tres documentos.
Del XVII, un privilegio,
plomado, de Felipe IV, al cabildo de la catedral de Sigüenza de 56.100
maravedíes por el 1% de nuevas alcabalas, un documento.
Y del XX una bula plomada de
Juan XXIII dirigida al cabildo de la catedral de Sigüenza-Guadalajara y al
clero y pueblo de la misma ciudad y diócesis, comunicándoles el nombramiento de
don Lorenzo Bereciartua Balerdi para obispo de esta sede; y ordenando se le
reciba con el honor, reverencia y obediencia debidos, otro documento, faltando
los correspondientes a los siglos XVIII y XIX.
El grueso del trabajo lo
constituye la descripción de los documentos que se glosan en y, para ello, su
autor sigue un modelo de ficha en el que se hacen constar los siguientes datos:
siglo -XII-, número del documento -Documento Nº. 1-, título del mismo -El Cartulario de la Catedral de Sigüenza-,
contenido -documentos apógrafos (o
sea, copias) de reyes, papas y obispos en la catedral de Sigüenza- , ubicación
-A. C. Sala 1 Sección de Códices. Anaquel A 1-, materia -pergamino, cuero y
madera-, dimensiones (en milímetros) -320x220 mm.-, tipo de escritura -letra
gótica-, idioma -latino-, lugar de promulgación -Sigüenza (Guadalajara)-, fecha
-siglos XII y XIII-, firmas -apógrafas-,
signatura -A. C. Manuscrito Nº. 14-, uso diplomático -real, pontificio y
episcopal-, comentario -es el libro de 151 folios, más las cubiertas, que reúne
los diplomas (“cartulas”, cartas). Se
llama también becerro aludiendo a su forro de cuero, repujado, de ritmo
mudéjar. Está en buen estado de conservación. La caja de escritura mide 140x120
mm. A dos columnas justificadas por doble vertical a ambos lados y doble
vertical en el intercolumnio. Tiene 48 líneas. Pautado a punta seca. Algunas
iniciales son tan largas como una columna de texto, y crismones. Todo ello en
azul y rojo, como colores dominantes, adornado con motivos fitomórficos
(vegetales). Signaturas, con unos dibujos caprichosos, ejecutados a cálamo,
como las actuales rúbricas de los notarios. Don Rodrigo, obispo de Sigüenza
(1192-1221), fue su mecenas.
Las fichas se acompañan con
imágenes fotográficas y
El libro concluye con un
epílogo en el que su autor señala la importancia y el interés del mismo, ya que
su fin no es hacer historia, sino presentar al público lector una serie de
documentos que vienen a responder su título.
Una breve bibliografía, compuesta
por una docena de trabajos, completa la obra.
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