sábado, 28 de enero de 2017

Visión documental de la catedral seguntina

PECES RATA, Felipe-Gil, Escarceos en el archivo de la catedral de Sigüenza, Sigüenza (Guadalajara), El Autor, 2016, 110 pp. [Sin ISBN].

Son muchos los aspectos que Felipe-Gil Peces y Rata ha ido poniendo -sin prisa pero sin pausa- al alcance del lector. Ahora le ha llegado el turno a la bibliografía, la diplomática y la esfragística (o estudio de los sellos y contrasellos) conservadas, a través de numerosas piezas, en la catedral seguntina, como así  indica en su introducción:
“Mi propósito al estudiar, durante mucho tiempo, con deleite, los códices, diplomas y sellos, ejecutados, con verdadero primor y `paciencia benedictina´, en soportes de pergamino, plomo y cera, por amanuenses-pendolistas, es la identificación de algunos de estos documentos y sellos, que reposan en los anaqueles del Archivo Capitular d la Catedral de Sigüenza”.
En realidad, dicho archivo ya cuenta, desde hace comienzos del siglo XX, con tres estudios acerca de los documentos pontificios y reales, que fueron llevados a cabo por historiadores y eruditos con el fin de conocer más a fondo los orígenes de la diócesis de Sigüenza. Esos tres estudios fueron realizados por fray Toribio Minguella y Arnedo, miembro de la Real Academia de la Historia, obispo de Sigüenza y autor de la gigantesca obra, en tres volúmenes, Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus Obispos… (Madrid, 1910-1913); el canónigo lectoral y arcediano de la catedral don Hilario Yaben y Yaben, a quien se debe el primer Catálogo del Archivo Catedralicio de Sigüenza (Pamplona, 1937), y al prebendado canónigo-archivero don Aurelio de Federico Fernández, que dio a la luz un segundo catálogo titulado: Catálogo de los Documentos en el Archivo de la Santa Iglesia Catedral Basílica de Sigüenza (Guadalajara, 1969). Esforzados historiadores cuyas obras son hoy fundamentales a la hora de conocer el pasado seguntino, lo que les hace acreedores al más alto reconocimiento y estímulo de futuros archiveros.
Los tres trabajos mencionados han servido a Felipe-Gil Peces y Rata como base para la realización de la obra que comentamos, respetando aquellos estudios, “excepción hecha de algunas aportaciones personales” a las que ha añadido numerosas fotografías de documentos que, generalmente, aclaran más que mil palabras, con el fin de ampliar, aún más, los trabajos preexistentes acerca de los fondos que se custodian en el archivo catedralicio, por ejemplo, dejando constancia de aquellos que desaparecieron durante el periodo bélico 36-39 -aunque afortunadamente todavía se conserva la mayor parte-.
Del mismo modo señala los aspectos más destacables de los documentos que cita, su cronología y contenido, las personas notables que en ellos aparecen mencionadas, las corporaciones, la toponimia, las monedas y sellos, los elementos de validación, la paleografía, etc., comenzando por el cartulario y algunos documentos pontificios, reales y de particulares, centrándose prioritariamente en los escritos en pergamino. Estos serán los “escarceos” -las incursiones- que Peces y Rata se ha propuesto dar a conocer en este libro, para lo cual va especificando las cualidades propias de cada documento.
La época de mayor esplendor del archivo seguntino fueron los siglos medievales, desde la Reconquista, con la construcción de la catedral, y el periodo renacentista. El archivo que comentamos ocupó en sus comienzos el actual camarín de la capilla Mayor -hasta 1514-. En 1751 fue mandado ordenar debidamente por el canónigo doctoral don Francisco Antonio de Lorenzana, para más tarde ser trasladado a la planta baja de la Contaduría, y ya en tiempos de fray Toribio Minguella, en 1909, a iniciativa suya se depositó en la antigua capilla de san Sebastián (más tarde Escuela de Canto). Hoy se encuentra ubicado en lo que fue la Cerería y la Solana.
A lo largo de los tiempos sufrió algunas pérdidas documentales, especialmente cuando la soldadesca francesa ocupó la catedral en 1810, algo similar a lo ocurrido en 1936. A pesar de todo, los fondos que conserva son muy importantes y están divididos en varias secciones: códices-manuscritos, incunables, impresos posteriores al año 1500, libros-documentos, pergaminos, legajos, cantorales, planimetrías de la catedral y fondos de la colegiata de Medinaceli (Soria) y del hospital de san Mateo de Sigüenza. Destacan por su valor e interés los denominados “Libros de la Cadena” y “Las Actas Capitulares”.
Peces y Rata incluye, seguidamente, una “Relación de los documentos que se glosan en este libro”, treinta y cuatro, de los que entresacaremos alguno de ellos a modo de ejemplo, comenzando por los datados en el siglo XII, así, el cartulario de la catedral de Sigüenza; la donación de la reina doña Urraca al obispo de Sigüenza, don Bernardo, de ciertos derechos reales, y la donación de Soria y otras aldeas al obispo de Sigüenza y a su Iglesia por don Alfonso “el Emperador”, etc.), que hacen un total de quince.
Del siglo XIII, un privilegio rodado de don Alfonso VIII para que el cabildo pueda comprar cuatro yugadas -cada yugada equivalía a algo más de 32 hectáreas- en cada una de las villas de Medina, Atienza, Berlanga y Ayllón; una bula del papa Gregorio IX confirmando la avenencia que hicieron el obispo don Rodrigo y el cabildo y un privilegio rodado del rey don Alfonso X confirmando la donación a la Iglesia de Sigüenza del castillo de La Riba y Santiuste, etc., con ocho documentos.
Del XIV, la confirmación del rey Alfonso XI de los privilegios de las iglesias; el rey don Pedro I “el Cruel”, exime a los beneficiados y clérigos de coro, del pago de monedas, y don Juan I confirma al obispo de Sigüenza los privilegios dados por su abuelo don Alfonso XI y por su padre don Enrique II, etc., cuatro documentos.
Del XV, la confirmación del rey de la permuta que hicieron el cabildo de Sigüenza y el monasterio de Monsalud y un privilegio de los RR.CC. -Reyes Católicos- de 15.000 maravedíes en favor del cabildo de Sigüenza, dos documentos.
Del XVI, el testamento de Fernando Fernández de Arce, hermano de “el Doncel”; una sentencia y carta ejecutoria de hidalguía de don Juan del Castillo, vecino de la villa de Cogolludo (Guadalajara) y un privilegio, plomado, de Felipe II, concediendo 200 fanegas de sal de las salinas de Atienza al cabildo de la catedral de Sigüenza, tres documentos.
Del XVII, un privilegio, plomado, de Felipe IV, al cabildo de la catedral de Sigüenza de 56.100 maravedíes por el 1% de nuevas alcabalas, un documento.
Y del XX una bula plomada de Juan XXIII dirigida al cabildo de la catedral de Sigüenza-Guadalajara y al clero y pueblo de la misma ciudad y diócesis, comunicándoles el nombramiento de don Lorenzo Bereciartua Balerdi para obispo de esta sede; y ordenando se le reciba con el honor, reverencia y obediencia debidos, otro documento, faltando los correspondientes a los siglos XVIII y XIX.  
El grueso del trabajo lo constituye la descripción de los documentos que se glosan en y, para ello, su autor sigue un modelo de ficha en el que se hacen constar los siguientes datos: siglo -XII-, número del documento -Documento Nº. 1-, título del mismo -El Cartulario de la Catedral de Sigüenza-, contenido -documentos apógrafos (o sea, copias) de reyes, papas y obispos en la catedral de Sigüenza- , ubicación -A. C. Sala 1 Sección de Códices. Anaquel A 1-, materia -pergamino, cuero y madera-, dimensiones (en milímetros) -320x220 mm.-, tipo de escritura -letra gótica-, idioma -latino-, lugar de promulgación -Sigüenza (Guadalajara)-, fecha -siglos XII y XIII-, firmas -apógrafas-, signatura -A. C. Manuscrito Nº. 14-, uso diplomático -real, pontificio y episcopal-, comentario -es el libro de 151 folios, más las cubiertas, que reúne los diplomas (“cartulas”, cartas). Se llama también becerro aludiendo a su forro de cuero, repujado, de ritmo mudéjar. Está en buen estado de conservación. La caja de escritura mide 140x120 mm. A dos columnas justificadas por doble vertical a ambos lados y doble vertical en el intercolumnio. Tiene 48 líneas. Pautado a punta seca. Algunas iniciales son tan largas como una columna de texto, y crismones. Todo ello en azul y rojo, como colores dominantes, adornado con motivos fitomórficos (vegetales). Signaturas, con unos dibujos caprichosos, ejecutados a cálamo, como las actuales rúbricas de los notarios. Don Rodrigo, obispo de Sigüenza (1192-1221), fue su mecenas.
Las fichas se acompañan con imágenes fotográficas y
El libro concluye con un epílogo en el que su autor señala la importancia y el interés del mismo, ya que su fin no es hacer historia, sino presentar al público lector una serie de documentos que vienen a responder su título.
Una breve bibliografía, compuesta por una docena de trabajos, completa la obra.


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