viernes, 15 de enero de 2016

Un estudio sobre Zambombas

El Catálogo de esta gran exposición de Zambombas
ALONSO RAMOS, José Antonio (coord.). Exposición de Zambombas (Colección Félix Nolasco). Del 19 de diciembre de 2015 al 15 de enero de 2016. Posada del Cordón. Atienza (Guadalajara), Guadalajara, Diputación Provincial de Guadalajara. Servicio de Cultura. Centro de Cultura Tradicional de Guadalajara, 2015, 12 pp.

Son escasísimas las exposiciones de temas etnográficos que se han realizado recientemente en Guadalajara, por eso debemos manifestar nuestra alegría y contento, puesto que la presente exposición de zambombas -que recoge una gran parte de la colección de Félix Nolasco Roche, amén de otros ejemplares pertenecientes a particulares-, viene a llenar, en parte, ese vacío al que antes aludíamos. Una exposición que, por cierto, debería recorrer, además de la medieval villa atencina, otros puntos de la tierra de Guadalajara, -aunque ya sabemos que en 2014 se dio a conocer en El Caserón de San Sebastián de los Reyes (Madrid)-, puesto que la zambomba es un instrumento musical ampliamente conocido -en cuanto a lo que se refiere a su construcción y uso actual-, pero no en lo que toca a sus posibles orígenes.
La exposición que comentamos -del 19 de diciembre de 2015 al 15 de enero de 2016- se celebra en la Posada del Cordón, sede museográfica del Centro de cultura tradicional de Guadalajara, de la Diputación Provincial, en Atienza.
El catálogo, muy sencillo en su contenido y no muy extenso en su paginación, recoge algunos aspectos acerca de la faceta artesana Félix Nolasco, nacido en Guadalajara en los años cincuenta, en uno de los barrios más castizos de la ciudad: el Cerro del Pimiento, desde el que pasó al Alamín.
Es posible que vivir y ver desde sus primeros años infantiles cómo se preparaban las fiestas navideñas por los del barrio, que recorrían todas y cada una de las casas pidiendo el aguinaldo, creó en él ese gusanillo que después le condujo a ser uno de los “zambomberos” más reconocidos, especialmente gracias a sus producciones de pequeño tamaño.
Aquellos fueron tiempos diferentes en que las zambombas, sobre todo las de gran tamaño, se hacían utilizando barriles de escabeche, que entonces eran de madera y se pedían a las pescaderías de postín de aquellas fechas, como, por ejemplo, la de “El Maragato” -que no podía atender tantas solicitudes-, pieles de gato desprevenido y cañas “de porra” cortadas en las riberas del Henares. Aparte de los mencionados barriles también se hacían zambombas empleando barriles de cartón piedra, de los que se empleaban en las droguerías y en las fábricas de pintura. De ahí que aparezcan con relativa frecuencia en las fotografías que se incluyen en el catálogo de comentamos.
De todas formas no conviene olvidar que, además de la tradición zambombera del Cerro del Pimiento, y más, del Alamín, a Nolasco, “el oficio”, si es que así se le puede decir, le vino por vía paterna, puesto que su padre, José Facundo, además de construir baúles, de donde nació su apodo de “el Baúles”, también hacía zambombas, una de las cuales, fechada en 1960, forma parte de la colección que se presenta al público en esta ocasión.
En fin, hoy, Félix Nolasco, que imparte clases de carpintería en la Escuela de Folklore de Guadalajara, enseña también a fabricar zambombas y, mejor todavía, a saber tocarlas con la debida mesura y pulcritud, de modo que sus conocimientos han superado los límites alcarreños y su relación con otros artesanos, entendidos, aficionados y coleccionistas es frecuente, intercambiando experiencias y ejemplares.
La mayor parte de las piezas que constituyen la muestra corresponden a Guadalajara y pueblos de su provincia, otras son recreaciones, y hay, como se dijo más arriba, algunas miniaturas. También hay piezas de Castilla-La Mancha y de otras zonas de España y del otro lado del mar, puesto que la zambomba es un instrumento “extendido por la práctica totalidad del planeta, aunque con formas muy diferentes, dependiendo del lugar donde se fabrique y toque”, y un buen ejemplo lo constituye la “cuica” o zambomba brasileña.
Tras esta sencilla introducción se dedica un breve espacio al estudio de la zambomba en Guadalajara (páginas 6-7). Según parece su origen es africano y quizá llegó a la península Ibérica en el siglo XV, a través de los esclavos, desde donde se fue extendiendo por el resto de Europa y América, donde fue muy bien acogida por las clases populares.
Mientras que en Guadalajara, especialmente en los barrios populosos -Alamín, Budierca, etc.- es tradicional la zambomba de tonel o barril de madera con una castañuela -que suena gracias a la vibración de la piel (a veces en lugar de castañuelas o crótalos, se utilizan cascabeles o ristras de trozos de caña)-, en la zona alcarreña se utilizaron hasta hace poco los corchos que se empleaban en la construcción de los vasos para colmenas, las tinajas y algún que otro cacharro de barro o porcelana (incluso orinales), y en las tierras de la Serranía, a base de botes de hojalata, con vejigas de cerdo o pieles de conejo, y caña de paja de centeno. Hasta llegar a los grandes ejemplares de Sigüenza. Algo diferentes fueron las del Señorío de Molina, donde se emplearon botes, pucheros, cernedores, etc., como cajas de resonancia, junto a “palos” de boj, cañas enceradas y palos de espliego, que se ataban a distintos tipos de membrana: vejigas de cerdo y pieles de cabra y de oveja, para producir el sonido.
Y, además, cada zona geográfica, conserva sus propias técnicas de toque (aunque, por aquello de la despoblación y la globalización, el modelo que prima actualmente es el capitalino), a lo que ha contribuido en gran medida la tradicional Zambombada navideña que reúne a cientos de personas, gracias a la actividad desarrollada por la Ronda del Alamín, el Ayuntamiento de Guadalajara y la Escuela de Folklore de la Diputación.
El siguiente apartado, igualmente breve (páginas 8-9), se destina al conocimiento de la zambomba en Castilla-La Mancha, el resto de España y en el mundo. Con la provincia de Cuenca los paralelismos son constantes. No tanto con otras zonas, como Talavera de la Reina, donde las cajas de resonancia, de barro, se siguen moldeando en los diferentes talleres alfareros, al igual que sucede en Priego y en Villafranca de los Caballeros, mientras que algunos pueblos de Ciudad Real se surten de alfares giennenses. En Murcia la zambomba recibe el nombre de “pandorga”.
Un aspecto más a tener en consideración es el que se toma de Christian Velázquez Vargas [“La zambomba instrumento musical, incorporado al mundo en tiempos de la esclavitud”, Elementos: Ciencia y Cultura, 58 (Universidad de Puebla, México): 2005, 49-54], que relaciona este instrumento con los movimientos migratorios de los esclavos, a través de España y Portugal, durante los siglos XV y XVI, lo que vendría a explicar la falta de documentación existente sobre la zambomba en la España anterior a los mencionados siglos, desde donde se expandió por casi toda América, de manera que en Brasil, la “cuica” -uno de cuyos ejemplares forma parte de la presente exposición-, tiene el palo de fricción en el interior de la caja de resonancia, es decir, al contrario que sucede con los ejemplares españoles y en Venezuela reciba el nombre de “furruco”.
El catálogo, resumiendo, consta de trece zambombas de Guadalajara (Almadrones, Almonacid de Zorita, Azuqueca de Henares, Sacedón, Sayatón… y otros ejemplares serranos, construidas utilizando tubos de cerámica, orinales, colmenas, cántaras de leche, botijos, arcaduces, etc.), nueve piezas más de Castilla-La Mancha, resto de España y el mundo (Talavera de la Reina (Toledo), Villarobledo (Albacete), Villafranca de los Caballeros (Toledo), Guadix (Granada), Guadalupe (Cáceres), Murcia, Zaragoza y Brasil) y diecisiete, en miniatura, construidas con huevos de avestruz, embudos, encellas, jarrillos, tarros de miel, eneas, tarritos, dedales, bellotas, etc.), todas de Guadalajara.
Una curiosa y atractiva exposición, quizá del instrumento navideño más popular, que sería interesante disfrutar en otros lugares de nuestra provincia, y con un catálogo más amplio y profundo, que pueda quedar para el “mañana” y ser debidamente consultado como “herramienta de trabajo” por los interesados, cada vez más numerosos.

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