sábado, 28 de enero de 2012

Costumbres de Torrejón del Rey


Cofradía de Nuestra Señora de las Candelas de Torrejón del Rey. Tradición y devoción en nuestra historia, Torrejón del Rey, Excmo. Ayuntamiento de Torrejón del Rey, (Col.: Los pueblos cuentan su historia, n.º 4), 2010, 142 pp.

No cabe la menor duda de que Torrejón del Rey es un pueblo que cada día crece más y más. Esa es una de las razones por las que el Alcalde-Presidente del Ayuntamiento editor de libro que comentamos, Mario San Martín García, expone en su “Presentación” las siguientes palabras, acerca de los motivos que dieron lugar a dicha publicación y que se pretendía con ella, que no es otra cosa que “... poner en valor la historia de la Cofradía de Ntra. Sra. de las Candelas y dar a conocer a los nuevos vecinos de nuestro municipio una de las más antiguas tradiciones de la localidad”.
Y así ha sido y así es a lo largo de poco más de cincuenta páginas, puesto que el resto, de la 69 a la 141, constituye el álbum fotográfico de “Los priostes de la Virgen desde 1940 hasta 2010”, -de los 71 que han servido el cargo entre ambas fechas-, es decir desde Eliodoro de la Riva, hasta Francisco José García, faltando única y exclusivamente el nombre y la foto del correspondiente a 1949.

Si bien es cierto que podría haberse evitado esta segunda parte, por así decir, fotográfica, mediante la inclusión de una sencilla y escueta relación, lo cierto es que gracias a su publicación in extenso podemos observar detenidamente la evolución y cambios que han ido produciéndose en el modo de vestir de los priostes, de la edad cada año más temprana con que se accede al cargo, de la organización procesional, de la propia imagen de la Virgen e, incluso, de algunos aspectos que aparecen en dichas fotografías como aparente telón de fondo: algunos edificios hoy inexistentes, las calles, el tendido eléctrico, además de la propia evolución en cuanto a la fotografía se refiere, puesto que en algunos casos llegamos a encontrarnos muestras que recuerdan claramente a los exvotos pictóricos de algunas ermitas de nuestra provincia. Asi, por ejemplo, las correspondientes a los años 1941, siendo prioste Ignacio López Casado; 1951, cuando lo fue Florencio Sanz; 1962, con Juan Rubio a la cabeza, verdadero montaje en el que es posible ver su cara en el ángulo superior derecho de la fotografía, mientras que la parte central es ocupada por la imagen de la Virgen, cuya advocación se indica a los pies: “N. S. DE LAS CANDELAS / TORREJON DEL REY”; la de Hilario San Juan, de 1965; la de Juan López, de 1969, o la última de este mismo tipo, de Pedro Luis Auñón , de 1983,  todas ellas reflejo de una moda que se ha ido manteniendo  hasta llegar a desaparecer en los tiempos actuales.
Según iba avanzando en la lectura de este libro, que tantos aspectos litúrgicos y profanos (o así considerados) recoge, más se iba consolidando en mí la idea de que estaba ante uno de esos libros que tanto consulté para escribir mis “Catálogo de piezas menores religiosas (I)” y “(II)”, pues tal es el parecido existente entre los textos consultados y los que este libro contiene.
Tras este largo inciso es conveniente volver a la primera parte del libro.
Ángel Luis López Regidor explica en su “Prólogo” que quiere “hacer más cercano lo que todos comentamos boca a boca, nos han contado nuestros antepasados o hemos visto con nuestros propios ojos”, como ya hizo anteriormente con  la recopilación y edición de numerosas fotografías publicadas por el proyecto “Legados de la Tierra”, y añade: “Estos escritos para mí, como para muchos de vosotros, no sólo son importantes por recoger la tradición en la antigüedad, sino por pertenecer a ella familiarmente desde generaciones anteriores, en la que los sentimientos afloran y se viven por muy frío que se sea: Porque ¿quién no recuerda su niñez al saborear un “bollo de la Virgen”, en el Refresco, o en su juventud al participar en la Rueda, o simplemente, se emociona un día dos de Febrero?”.
“Por eso nosotros, somos un simple eslabón más de esta tradición, que sin duda nos iremos y continuará con sus cambios y altibajos”.
Esta es la verdadera esencia del libro: recoger una serie de datos, lo más fidedigna y ampliamente posible, para trasladarlos a las generaciones venideras como herencia que hemos recibido de nuestros antepasados. Así de sencillo.
El libro comienza con una “Breve historia de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario e introducción a la historia de la Cofradía de Nuestra Señora de las Candelas”, en la que se ofrecen algunos datos acerca de la construcción de un retablo de la Virgen del Rosario, dotado por doña Petronila López de Malveda, fallecida el 2 de diciembre de 1585, quien ordenó que se aderezara a su costa, con azulejos representando a la Virgen del Rosario en su parte central, flanqueada por las imágenes de santo Domingo y santo Tomás y, a los pies, su propio retrato. Retablo que se encontraba en el lugar que actualmente ocupa el de la Virgen de las Candelas.
Los primeros libros, de cuentas, de la Cofradía son de mediados del siglo XVII (1651) y en ellos es posible suponer que hacia 1760, un siglo más tarde, la Cofradía del Rosario apenas realizaba actividad alguna, siendo una de las actividades que tenía encargada la organización de la fiesta de las Candelas, entonces de gran arraigo y celebridad y que cada año se celebraba dependiendo de los donativos populares recogidos.
La fiesta consistía, principalmente, en una misa “con humo”, oficiada por el sacerdote y varios diáconos, además del consabido predicador de fama y la posterior ofrenda a la Virgen que, como en tantos otros lugares, consistía en la entrega de dos palomas blancas y un cordero, a los que se añadían racimos de uvas y, a veces, granadas, aunque la ofrenda más característica era la “rosca”, de pan y que tenía un tamaño superior al normal y debía hacerse con harina del trigo procedente de aguinaldos y donaciones, como regalo del pueblo a cambio de que la protección de las cosechas. Do ut des.
Llama la atención la existencia de la “botarga”, que aparece documentada con tal denominación en 1667 y cuya misión principal era la de acompañar a los danzantes a la hora de recoger aguinaldos, bailando cada por casa.
El autor del trabajo habla de la “botarga”, pero en un asiento de 1663, que transcribe, no se alude a ella con total claridad.
Dice así: “Mas dio en ochenta y un real de gasto en una danza que se dio el dia de la Candelaria en plumas y bandas y cascabeles y cohetes para las funciones de la Virgen”, ya que considera que las plumas, bandas y cascabeles le hacen pensar, “con toda seguridad”, en la danza de la “botarga” o de las “botargas”, en plural, puesto que en años posteriores también aparecen relacionadas con la adquisición de cascabeles, por lo que cree que dichos cascabeles se regalarían al final de la fiesta o, aún mejor, se subastarían.
Señala más adelante, que a partir de 1651 parece ser que los danzantes interpretaban una danza especial dedicada a la Virgen. “Mas se les recibe en data diez y siete ducados del alquiler de los bestidos de la danza de las Candelas y cincuenta reales del tamborilero y maestro de enseñarla” e indica que es precisamente a partir de esta fecha por la existencia del citado “maestro”.
En 1669 el tamborilero, que normalmente era vecino de Torrejón y actuaba casi con carácter vitalicio en aquellas celebraciones donde se le requería, fue Juan de Amor, quien cobró cuatro ducados por su actuación.
A pesar de todo lo anterior y, a primera vista, los datos acerca de la “botarga” no parecen muy consistentes, por lo que sería conveniente analizarlos uno tras otro, cronológicamente, para así poderlos estudiar con el necesario detenimiento y ponerlos en relación con otros aspectos de la misma fiesta, lo que posiblemente daría lugar a un interesante estudio monográfico.
En fin, con la desaparición de la Cofradía de la Virgen del Rosario, la celebración del día de la Purificación debió ser meramente testimonial hasta mediados del siglo XVIII o del siguiente -cosa que no se sabe con exactitud puesto que los libros desaparecieron en la guerra del 36-, en que se debió fundar la Cofradía de Nuestra Señora de las Candelas, por lo que los datos más antiguos que de ella se conservan están fechados en 1939 (bases o estatutos), siendo el libro de cuentas de 1953.
Un segundo apartado son los “Estatutos o normas pertenecientes a la Cofradía de Nuestra Señora de las Candelas”, que se transcriben a lo largo de veintidós artículos actualizados en 1998. Es interesante su lectura puesto que especifican las funciones correspondientes a los principales cargos: el padre de los mozos, que es la cabeza de la Cofradía; el prioste o hermano mayor; los mayordomos, que son cuatro, y el resto de los mozos. Estos estatutos o normas deben estar basados en otros muy anteriores, puesto que en ellos se hace constante alusión a la cera y a las velas, tan importantes en una economía agrícola (la llamada “economía de la cera”), hoy casi en desuso si no es en celebraciones de carácter religioso.
Sigue la “Novena a María Santísima / Madre de Dios y Señora nuestra / de las Candelas venerada / en el pueblo de Torrejón del Rey”.
El original de dicha novena, su historia y manera de realizarla, data de 1788 y proviene del convento de Carmelitas Recoletas de Madrid, donde se realizó bajo la advocación del misterio de la purificación de Nuestra Señora, desde el 1 de febrero de mil seiscientos veintisiete a la Virgen con el nombre de las Maravillas. Dicha novena fue cedida por la Cofradía de Nuestra Señora de las Candelas hacia 1942, celebrándose desde entonces todos los años del 24 de enero al 1 de febrero, víspera de la Purificación de María.
Se trata, por lo tanto, de la “Novena / a María Santísima / Madre de Dios / y Señora / que / con el título / de las / Maravillas / se venera en su Real Convento / de Carmelitas Recoletas / de esta Corte, / dispuesta / Por D. Esteban Antonio del Cerro / Capellán Mayor de dicha / Comunidad. / Madrid. MDCCLXXXVIII / Por D. Geronimo Ortega, Hijos de Ibarra / y Compañía / Con las licencias necesarias”.
Siguen más los “Mayos (a la Virgen de las Candelas)”, que constan de veintiuna estrofas de cuatro versos cada una, y se cantan el día 30 de abril a las doce de la noche, frente a la iglesia, escritos -según testigos presenciales- hacia 1915, por un sacerdote (D. Dámaso), y las “Rondas a las mozas”.
Dos artículos: “Candelas una fiesta singular” y “Candelas luz de nuestro pueblo”, finalizan este apartado y dan entrada al titulado “Hechos y fechas memorables”, donde se habla de la Guerra de Cuba, del Año Mariano de 1954, del homenaje que hizo el Club de Fútbol a la Virgen de las Candelas, de la celebración del 2000 como Año Jubilar, de la peregrinación a la basílica del Pilar en Zaragoza, etcétera, y dar paso a la explicación de en qué consiste la tradicional “Rueda” y a las normas por las que se rige.
Un libro que da a conocer lo que hay, lo que queda y ha llegado hasta nuestros días, de las dos tradiciones religiosas más importantes de Torrejón del Rey, las llevadas a cabo por las cofradías de la Virgen del Rosario y de la Virgen de las Candelas, a la que hay que añadir “La Rueda” como forma de recaudación, hoy declarada Fiesta de Interés Turístico Provincial.

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